Sábado, 10 de mayo de 2025 | 3° Semana de Pascua
📖 Del santo evangelio según san Juan (Jn 6, 60-69)
En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron:
«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».
Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto los escandaliza?, ¿y si vieran al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre ustedes que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.
Y dijo:
«Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
«¿También ustedes quieren marcharse?».
Simón Pedro le contestó:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Palabra del Señor
🙏 Comentario
El discurso del Pan de vida se cierra con el texto de hoy. En esta ocasión, algunos discípulos critican al maestro. Ojo, no son parte de la gente: el evangelio es claro en detallar cuando el auditorio que escucha al maestro es la gente (o muchedumbre) y cuando son discípulos; en este caso, son ellos quienes lo seguían con especial cercanía y se alejan del grupo luego del discurso.
Al ver que se van escandalizados, Jesús se dirige a los doce preguntándoles si también se van a ir. Pedro toma la vocería dejando claro que aquella comunidad (de doce) quiere perseverar y esperar en la Palabra de Jesús.
El camino del discípulo está marcado por subidas y bajadas, por dudas y certezas, por aliento y desánimo, por momentos de gloria y otros de cruz. Una de las tentaciones que tiene es no entender la actuación de Dios en su vida, y esto fue lo que le sucedió a aquellos discípulos. Jesús les habló de comerlo a él, y no lo entendieron, les pareció escandaloso; tal vez lo entendieron mejor luego de la cruz y volvieron a la comunidad, tal vez, el evangelio no nos lo narra. Los doce también vivieron su momento de lejanía (todos abandonaron al Señor en la cruz) pero fue gracias a la efusión del Espíritu Santo que comprendieron las palabras del maestro y regresaron fortalecidos a cumplir su misión.
Dios sabe que somos frágiles, contingentes, limitados; por eso nos envía su Espíritu. Ser discípulo de Jesús es una gracia que concede el Padre, así que en todo está la acción de la gracia; no es solamente esfuerzo humano, de ser así sería imposible seguir al maestro. Solo hay que confiar en su Palabra y seguir sus huellas. Anhelemos la fuerza del Espíritu y preparémonos para recibirlo en una nueva efusión en este tiempo que viene de Pentecostés.
X (Tuit)
El camino del discípulo está marcado por subidas y bajadas, por dudas y certezas, por aliento y desánimo, por momentos de gloria y otros de cruz. Una de las tentaciones que tiene es no entender la actuación de Dios en su vida, y esto fue lo que les sucedió.
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